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Madrid es una ciudad que recibe con los brazos abiertos a todo aquel que venga. De hecho, conozco a poca gente que tenga “ocho apellidos madrileños”. Eso no quiere decir que los “gatos” no estén orgullosos de su historia, y de sus bares. Actualmente siguen en funcionamiento 12 tabernas y restaurantes centenarios en Madrid, alguno de ellos con casi 300 años de historia. ¿Quieres conocerles?
Todo empezó cuando a finales del s. XIX Rafael Fernández decidió abrir en Madrid una bodega para vender el vino que hacía en Toledo. Llegó a abrir hasta treinta bodegas, pero actualmente quedan cuatro, siendo una de las más famosas la de la calle Colón. Durante los años 80 del s. XX se introdujo también la cerveza e instalaron lo que hoy en día es el grifo de cerveza Guinness más antiguo de España. Y una de las tortillas de patata más reputadas de la capital.
Para bien o para mal está al lado de la Plaza Mayor, lo que hace que siempre haya muchos turistas. Restaurante típico y rústico para cenar cochinillo pero algo más caro que la media. Aunque claro, después podrás decir que has comido en el restaurante más antiguo del mundo. Abierto en 1725, fue uno de los puntos de encuentro de muchos escritores debido a su ambiente bohemio: Ernest Hemingway, Graham Green, Frederick Forsyth y por supuesto los mejores escritores españoles.
Ubicado cerca de la Plaza del Cascorro, una de las más castizas de Madrid y punto de partida de El Rastro. Sigue teniendo todo el encanto de la taberna para tomar “chatos” de vino que abrió en 1893. Además tiene una leyenda: en sus 120 años de historia nadie ha podido terminar su cocido. Muchos dicen que es uno de los mejores cocidos madrileños, por lo cual es imprescindible reservar. También tienen un muy buen “bacalao con tomate” y “lomos de bonito con pisto manchego” y una muy interesante opción de cocido sin gluten para que todo el mundo intente acabar con la leyenda.
Esta taberna está en la planta baja de uno de los edificios donde vivió Miguel de Cervantes en Madrid. Tiene todos los elementos imprescindibles de una buena tasca madrileña: grifería original, barra de mármol, frascas de vidrio, etc. La zona del restaurante es muy pequeña y por eso suele ser difícil probar sus “callos”. Eso sí, un buen vermú de grifo con un cucurucho de torreznos acodado en la barra vale la visita. Te recomiendo que vayas fuera del fin de semana para que no tengas que pelear por un huequito dentro de este local de casi 200 años de historia. Uno de los restaurantes centenarios de Madrid imperdible.
Busca en Google “Gambas de La Casa del Abuelo”, y verás porqué llevan abiertos desde 1906. Eso sí, no sé si están más buenas las gambas o la salsa. Por eso no te cortes a la hora de coger un trozo de pan y mojar. Mojar mucho. Acompaña este plato con un vino dulce de la casa y la experiencia será completa. No es el más barato de la zona, pero a solera y decoración castiza le ganan pocos. Al frente sigue la misma familia que lo fundó, que va ya por su cuarta generación.
Está en la calle Mayor muy cerca de la Catedral de la Almudena, así que te puedes imaginar que más de un turista te vas a encontrar. Especializados en cocina castiza, los martes sirven cocido madrileño en dos vuelcos. Primero la sopa y los fideos, después la verdura y las carnes. Por carnes quiero decir chorizo, tocino, morcillo, gallina… Sí, es muy completito. Y si te queda hueco o no es martes, su «gallina en pepitoria» y su «perdiz con judiones de La Granja» son también dos platazos.
A dos pasos de la Puerta del Sol, casi siempre está llena de gente charlando muy animadamente. Conseguir sitio dentro para sentarse es misión imposible, pero a lo mejor te sonríe la suerte y consigues un taburete en la terraza. ¿Su especialidad? El pescado. “Soldaditos de Pavía”, croquetas de bacalao o tacos de atún son sus platos más demandados. Eso sí, cualquiera de ellos regado con vino de Valdepeñas. Ojo, la bebida se pide en barra y la comida en un puesto del mostrador. El único día que cierra es el 1 de enero.
Abierta en 1702 como fonda para los que venían unos días a Madrid a vender sus productos de otras partes de España. Las paredes están llenas de reseñas de comidas al más puro estilo 1.0 hablando de sus guisos y asados. Está bastante alejado del centro, y por eso seguramente no hay turistas. Dicen que su “perdiz escabechada” es imperdible y sus “manitas de cerdo” un clásico que hay que pedir sí o sí. Por cierto, tienen una bodega de vinos con botellas al alcance de muy pocos restaurantes de España.
Abrió en 1839 siendo una pastelería, y poco después empezó a ofrecer también comidas. Actualmente funciona como un restaurante con varios salones de comidas y una tienda de alimentación con platos preparados. Gran parte de su decoración se conserva desde sus inicios, por lo que tanto la fachada como todo el interior parecen parte del Museo del Romanticismo de Madrid. Su cocido tiene tanto partidarios como detractores, lo que es indudable es que comer allí es toda una experiencia.
Aquí se respira el ambiente taurino por todas partes. Sus primeros dueños fueron matadores, picadores y gente del mundo del toro hasta la actualidad. Perfecto para tapear y sentir la solera de sus más de 200 años de historia, convertido prácticamente en un museo. Ubicado en el multicultural barrio de Lavapiés, mantiene toda su solera y ambiente castizo, siendo la taberna sin reformar más antigua de Madrid. ¿Mi recomendación? Pide la “olla gitana” un día de frío y querrás volver siempre.
El único restaurante de esta lista con una estrella Michelin y con un precio más asequible de lo que se pudiera pensar. Abrió sus puertas en 1642 siendo el único molino de harina de Madrid y posteriormente se reconvirtió en restaurante. En plena Cava Baja de Madrid, una de las calles con más restaurantes y bares por metro cuadrado del mundo, su especialidad es el asado de cordero. Utilizan troncos de encina y cenizas de paja que dan un sabor característico a sus platos.
Aunque para hablar de un lugar donde se respiraba cultura, el café de los artistas por antonomasia es el Café Gijón. De hecho, hasta tiene su propio premio anual de novela fundado por Fernando Fernán Gómez. Desde 1888 ha sido escenario de acaloradas tertulias que se alargaban hasta bien entrada la noche. En el precio de las consumiciones debe estar incluido visitar un trocito de la historia de la literatura mundial, pero siempre se puede tomar un café.
En cuanto vives un tiempo en esta ciudad, te das cuenta de que en sus calles se respira lo castizo, incluso en barrios tan modernos como Chueca o Malasaña. Tanto si vives en Madrid, como si estás de paso, tienes que ir a alguno de estos restaurantes centenarios de Madrid. Son como un museo, ¡y además puedes comer y beber como un madrileño de pura cepa!
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