La Otra Casa hace, en el nombre que ha dado a su negocio, toda una declaración de intenciones. En cuanto se cruza el umbral ya se advierte la filosofía “como en casa”, especialmente en su decoración, protagonizada por manteles de distintos estampados (no faltan los típicos cuadros blancos y rojos), y sus jarroncitos con flores frescas. La otra gran baza del restaurante está en el menú; nada más abrir la carta se da uno cuenta de que ha llegado a uno de esos sitios en los que es posible disfrutar de buenas comidas a buen precio, o como ellos mismos dicen en su recién estrenada cuenta de Instagram, de “alta cocina para pobres”.